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El descanso y el sistema inmune

Durante los últimos 15 años se han acumulado pruebas sumamente sólidas de que el sueño mejora las defensas del sistema inmune, de acuerdo con la sabiduría popular que dice: "dormir ayuda a curar". 1,2

La falta de sueño puede afectar al sistema inmunológico. Los estudios muestran que las personas que no duermen bien o no duermen lo suficiente, tienen más probabilidades de enfermarse después de estar expuestas a un virus, como el virus del resfriado común. La falta de sueño también puede afectar la rapidez con la que una persona se recupera si se enferma. 1

Durante el sueño, el sistema inmunológico libera sustancias llamadas citocinas, algunas de las cuales ayudan a promover el sueño. Ciertas citocinas necesitan aumentar cuando se tiene una infección o inflamación, o cuando se está bajo estrés. La falta de sueño puede disminuir la producción de estas citocinas protectoras. Además, los anticuerpos y las células que combaten las infecciones se reducen durante los períodos en los que no se duerme lo suficiente.1

Entonces, el cuerpo necesita dormir para combatir las enfermedades infecciosas. La falta de sueño a largo plazo también aumenta el riesgo de obesidad, diabetes o enfermedades del corazón y de los vasos sanguíneos (cardiovasculares).1

¿Cuánto sueño se necesita para reforzar el sistema inmunológico?

La cantidad óptima de sueño para la mayoría de los adultos es de siete a ocho horas de buen sueño cada noche. Los adolescentes necesitan entre nueve y diez horas de sueño. Los niños en edad escolar pueden necesitar diez o más horas de sueño.1

Pero dormir más no siempre es mejor. Para los adultos, dormir más de 9 a 10 horas por noche puede resultar en un sueño de mala calidad, produciendo dificultad para conciliar el sueño o permanecer dormido.1

La falta de sueño puede verse como un estado inespecífico de estrés crónico, que por sí mismo afecta las funciones del sistema inmune y la salud general. Los efectos adversos de la privación crónica del sueño comprenden, por un lado, un aumento del riesgo de diversas enfermedades como consecuencia de una inflamación sistémica persistente leve, así como una mayor susceptibilidad a las infecciones.1,2

Para saber sobre más hábitos para fortalecer el sistema inmune, se aconseja consultar al médico.

Referencias: